jueves, 18 de noviembre de 2010

El Madrid se ahoga en un día nefasto

Cuesta mucho trabajo aceptar que lo que pasó ayer en Bélgica fue real, que fue el Madrid de basket el que jugaba ante el Charleroi y que hacía uno de los ridículos más espantosos que yo recuerdo al cuadro blanco. Cuesta creer que ese era el equipo que había mejorado las últimas semanas, que había dejado atrás el mal partido de Alicante y que se asomaba a la resurrección con victorias en Roma, Badalona y las caseras ante Brose Basket y Bruesa Lagún Aro.
Pero sí. Ayer en una versión infantil de un equipo maduro, se vio a un Real Madrid maltratado vilmente por un rival fuera de la élite europea y que, seguramente, habrá hecho la más grande de las hazañas en su historia. Vencer por 18 al Real Madrid. Y el escándalo ya no es la diferencia de puntso, que lo es, sino los 49 que anotó el cuadro español en el partido. Negado hasta la saciedad en el tiro tuvo una noche nefasta. Intentó 55 tiros de dos y anotó 16, lanzó 15 triples y anotó uno. Es decir 70 tiros a canasta para 17 aciertos. Lamentable.
Por no indagar en el partido (la gente lo ha visto, ya se ha hecho a estas horas su propia visión) diremos solamente que este equipo no puede ser tan irregular. Intercambia partidos ilusionantes con bazofias como la de ayer en Charleroi, momentos de intensidad sublime con desapariciones estrepitosas dentro de los encuentros. Y Messina en el banco que ayer no ayudó demasiado. Con silencios varios en los tiempos muertos que no ayudan nada a la buena conducción del equipo, es más, ayudan a la autoliquidación sobre un parqué.
Y todo ello regado con decisiones malas de los jugadores (Tucker tiró ayer todo lo tirable y penetró en ocasiones sin sentido contra los muros rivales) y del entrenador. Ayer, en esos ejercicios de surrealismo que le dan a Messina, Vidal jugó más que Garbajosa y Velickovic juntos. Dirán que es una decisión del mister, que sabe más que nosotros, correcto. Pero.... ya me dirán.
Y esto seguramente terminará, el domingo, ante Blancos de Rueda, con una victoria y se acabaron las conjeturas. El público pitará algo en la gélida Caja Mágica pero el jueves siguiente viene Olympiakos y la gente dará la talla, los jugadores en la cancha, el público, eso espero, fuera. Más les vale que ante el coloso griego la actitud sea distinta porque si es como la de ayer, en la que casi se dilapida el prestigio europeo blanco, vamos listos. Y uno se pregunta ¿Por qué hay partidos como el de ayer, en la que no sólo hay que escudarse en el día aciago en el tiro? Miremos más para dentro y descubriremos una falta de actitud reprochable a toda la plantilla blanca.