martes, 28 de diciembre de 2010

La calidad humana de Pablo Prigioni

Nunca dudé que los jugadores de basket fueran en general más amables que los de fútbol. para ser concretos los jugadores de equipos grandes. Ese es el caso de Pablo Prigioni que se pasó esta tarde de martes por los estudios de Es Radio para charlar con Pedro Bonofiglio sobre su vida y sobre su estancia en el Madrid. Allí tuvimos la oportunidad de hablar con el extraordinario base argentino los que habitualmente trabajamos en el programa, un servidor y Sergio Valentín (si no sabes de basket, querido Sergio, qué bien los disimulas porque le hiciste a Pablo dos preguntas muy acertadas). Además compartían debate Matías Castañón y Guillermo Dominguez.
Nunca dudé, además, de la calidad humana en especial de este currante del basket, que eso es lo que es Prigioni. Desde sus comienzos en Argentina, duros, hasta llegar a la ACB, también momentos duros ya que no jugaba habitualmente en Fuenlabrada y tuvo que marcharse a Alicante para que lo reclutara Tau. Prigioni ha tenido que machacarse emocionalmente para superar momentos tremendos, hasta llegar a explotar como jugador, hasta recoger esta recompensa que recoge ahora. La veteranía le ha llegado en un Real Madrid, pero se va a marchar, cuando lo haga, lleno de títulos (dos Ligas, tres Copas). Lo único que se le escapa es la Euroliga con tres llegadas a Final Four pero sin meta, quedándose siempre a las puertas, finalista una vez, semifinalista otras tres.
Nos ha demostrado Pablo en la charla, porque no ha sido un programa de radio, ha sido una charla amena, que disfruta de este deporte, que lo vive, que no hay, en apariencia, mal rollo en el vestuario, y que quiere mucho a Pedro Bonofiglio. Ha perdido la bendita siesta que él mismo confiesa cumplir cuando hay doble sesión de entreno por venir al programa. Y eso no es ninguna tontería. Pero aparte de todo nos demostraron esta tarde los dos, jugador y periodista que su relación es de una amistad plena, llena de matices, como aquellos que rememoran en cuanto se les deja hablar cinco minutos casi a solas, o aquellos en los que Pedrito casi pierde la voz recordando quién le ayudó en su llegada a España, por el año 2000. Ese no fue otro que quien estaba sentado esta tarde a menos de un metro en el estudio.
Es otro tipo de calidad que algunas estrellas del fútbol han perdido o no han tenido nunca la que ha demostrado Prigioni. La han abandonado por la egolatría, por el distanciamiento con el periodista, por la altanería. Estos chicos del tan modesto deporte llamado basket tienen una clase especial y siempre se demuestra en este tipo de ocasiones. Por supuesto habrá excepciones pero serán mínimas, casi imperceptibles. Unos deportistas que aceptan jugar cuatro jornadas en diez días y que en navidades juegan tres veces merecen algo especial. Merecen, sin ir más lejos, el reconocimiento y el clamor del aficionado. A ver si de una vez por todas el fútbol aprende. Aunque será complicado. No vaya a ser que haciéndonos caso se vuelvan humanos y accesibles
Todo el agradecimiento a Pablo Prigioni, un número uno, un tipo que se come el partido a su antojo, que domina el encuentro como casi ningún base en Europa. Un tipo que mantuvo una charla cordial de 50 minutos con un amigo y tres desconocidos, que espero no le hayamos puesto en ningún brete. Y aunque así sea él nos lo perdonará.

viernes, 3 de diciembre de 2010

El Madrid se deja ir y pierde los papeles

No peligra la clasificación, es más, el Madrid podría ser fácilmente segundo de grupo en la Euroliga, pero da la sensación de que el bloque de Messina está para medias tintas, para deambular por los torneos pero, a este paso, sin opción de ganarlos.
Lo que sucedió ayer en el Martín Carpena es un expediente X. El Madrid ganaba por ocho al final del tercer cuarto y llegó a ir nueve puntos por delante a seis minutos del final del partido. Pero en ese momento, todo se bloquea. Todo y todos. Porque ni jugadores ni banquillo saben hacer frente a una resurreción de jugadores rivales que matan el partido. Tripkovic y Saul Blanco no habían aparecido pero once puntos seguidos de los dos (6 el serbio, 5 el español) dinamitaron al Madrid que se vio desbordado. Eso, y un triple final de Berni, los únicos puntos en el partido, que pusieron el 73-71 a 34 segundos para el final. A partir de ahí una penetración suicida de Llull, afortunado todo el partido pero errado en la última acción. La lección de cómo se puede perder en tres minutos un partido muy controlado.
Porque el Madrid fue mejor 35 minutos. Sin casi resbalones, sin dscuidos, apretando en defensa. pero cinco minutos nefastos de este equipo se cargan tres cuartos y medio excelentes. Así es el baloncesto. No hay escusas para la derrota porque el partido dura 40 minutos. Messina dijo algo así en la rueda de prensa cuando se refirió a "no saber acabar el trabajo". Esto mata a cualquier equipo porque en este grupo de Euroliga no hacen falta grandes dispendios, ni las amarguras serán tales. Es luego, en el Top 16 y en cuartos de final, si llegan, cuando errores parecidos a los de este partido te dejan de la noche a la mañana sin aspiraciones.
Podríamos tratar la irregularidad manifiesta de Sergio Rodríguez, un partido bien, otro mal, otro regular. Podemos hablar de no jugar nada para Tomic, Velickovic o Felipe en el tramos final de encuentro. Podemos hablar, incluso de la utilización excesva de Llull de base. Incluso habría que hablar de porqué la última jugada. Por qué darse contra el muro de los defensas de Unicaja en una jugada que no tenía ni pies ni cabeza.
El Madrid se enfrenta ahora de nuevo al club malagueño en el partido de mañana de Liga ACB. Y luego a Virtus, un partido muy ganable en la Caja Mágica, pero el 18 y el 30 de diciembre el equipo de Messina viaja a Vitoria y a Barcelona. Esa es la historia de este club, esos son los partidos que hay que ganar. Porque si no, estamos como el año pasado, sin metas. Así es esta sección en el año 2010

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Las dos caras de un genio

Da gusto disfrutar como periodista y espectador de un jugador como Milos Teodosic. Ese genio llamado a ser una estrella del basket europeo deslumbra en el Olympiakos y en la selección serbia y aunque el otro día ante el Madrid, en Euroliga, no lo hiciera tanto, sí que es verdad que deduces en él un futuro dominador, un futuro prototipo de lo que fueron en su momento Drazen Petrovic y Toni Kukoc.
Descubres la verdadera magnitud del baloncesto en cada bote del balón, en cada acción sublime que realiza. Quizá esté todavía, es muy pronto, dos escalones por debajo de aquellos dos, pero sí que se atisba ese descaro propio de un jugador balcánico. Un tipo que nos clavó aquel triple en los cuartos de final del pasado Mundobasket y que hundió a España en la lucha por el quinto puesto.
Pero como casi todos los grandes, Teodosic tiene dos caras. Lo peligroso es que la peor de ellas casi eclipsa a la mejor. Quizá él no se dé cuenta, lo dudo, pero alguien, ahora que hay tiempo, tendría que decirle que no va por el buen camino. La estrella en el campo se transforma en un macarra de barrio marginal cuando entra en la zona mixta, cuando entra en contacto con ese gremio tan odiado por algunas estrellas que es el periodismo. Cuando tiene que hablar, se escabulle en una mala educación impropia de un jugador de alto nivel, dueño de muchos seños cumplidos, y poseedor de una cantidad de dinero insultante, por la que debería rendirse a lo que demandan los periodistas.
El otro día en los vestuarios de la Caja Mágica asistí a una escena grotesca protagonizada por este chaval. El compañero que se encarga de hacer las entrevistas para la Euroliga le pidió con una cortesía desbordante unas palabras y a Teodosic sólo le faltó tirarle el móvil a la cara. El serbio dijo que no hablaba y que no le molestara más, haciendo gestos que denotaban una soberbia tremenda. No es que sea nuevo este tema, pero ya empezamos a estar hartos.
Y lo digo simplemente por el hecho de que mientras él bota el balón, dribla, encesta, es decir, hace su trabajo, un periodista no se mete en la cancha, le quita el balón y se lo lleva. Si él hace su trabajo, nosotros hacemos el nuestro. O sea que, por favor, un poco más de seriedad. Si la Euroliga organiza el torneo, los periodistas la siguen y con ese seguimiento él es más estrella, por favor que atienda a los medios pero, sobre todo, que atienda a LA EUROLIGA.
Luego Teodosic sí se paró para hablar con algún conocido y sí se paró para mirar por encima del hombro a todos los periodistas españoles que allí estábamos. Como celebrando en nuestra cara, todavía, el triple que nos hundió en el Mundial. Será maleducado. Menos mal que no es mi amigo, ni mi conocido, vamos, que ni me toca lo más mínimo porque con este tipo de personas, mejor tener la relación artificial periodista-jugador. Yo no quiero más con este tipo de gente.