Como si de un huracán se tratase, como si algo hubiera
irrumpido de manera voraz en la Liga Endesa sin apenas darnos cuenta, el Real
Madrid aniquiló de manera súbita al Caja Laboral y se adueñó de las mejores
sensaciones que se pueden tener. Dos triunfos contundentes en la liga casera y
uno autoritario en Euroliga. Así de rotundo ha comenzado el equipo de Laso el
campeonato. Y así tiene pinta de seguir buena parte del año.
Porque el
Madrid es un equipo muy poderoso. Candidato a Final Four si las cosas no se
estropean, candidato a todos los títulos. Con el mejor perímetro de Europa sin
dudar pero, además, con un juego interior, desde este año, que no tiene
fisuras. Felipe, Mirotic, Mejri, Bourousis y Slaughter forman un quinteto espléndido
donde sólo dos son nuevos en toda la plantilla. Algo que quiere decir mucho en estos
tiempos.
Verdad también
que es una de las peores versiones del Caja Laboral de los últimos años. Han
perdido los dos partidos de la liga y ganaron con apuros (es verdad que al Maccabi)
el partido europeo, pero se apodera del grupo de Scariolo una sensación
complicada de quitarte de un plumazo. Es muy inferior a los dos grandes. O sea
que nada le hará competir por la Liga, a no ser de hecatombe máxima de los dos
mastodontes. Por tanto es una temporada para rascar algo en la Copa, quizá,
pero no para demasiados alardes en la siempre exquisita, por el gusto baloncestístico,
casa vitoriana.
Por salvar
algo del Caja Laboral de Scariolo en el Palacio, el MVP de un muy buen Tibor
Pleiss, en plan estrella. Bien también Noccioni, insuficiente ante este Madrid
de otro mundo. Las flojas aportaciones de Heurtel y San Emeterio lastraron a
los vitorianos. Malos tiempos.
El 105 – 72 del final es un abuso en
toda regla. Una paliza de dimensiones estratosféricas complicada de olvidar
para el buen consumidor de baloncesto. Es una exhibición con Carroll en su máximo
esplendor en un cuarto para recordar (20 puntos, en el segundo). Con todos en
el Madrid metidos en el partido, con Laso enchufado y sin querer relajaciones. Un
equipo fantástico.
Otro que lo es
pero que va a tardar más tiempo en acoplarse es el Barcelona. Ayer tonteó con
el partido hasta el punto que a cuatro minutos y media caía por diez. Tres
acciones consecutivas de diez puntos (un tres más uno y dos canastas con sendos
adicionales) empataron el partido y ahí se diluyó el Joventut, dignísimo rival
en el Olimpic. Un triple de Abrines a 30 segundos finiquitó el partido que
estuvo a punto de estropear Lampe con una jugada lamentable, digna de un niño
de cinco años. Con cuatro arriba y un segundo por jugar hizo una falta clarísima
a Joseph, que lanzaba un triple inútil para maquillar el resultado. Si llega a
entrar hubiera sido adicional y posible jugada de cuatro puntos. Pascual le
sentó y le abroncó públicamente. No es para menos.
Cuando el polaco asiente esa cabeza que
no está en su sitio y se dedique a hacer lo que sabe, que es jugar y muy bien
al baloncesto, este Barcelona tendrá algo ganado. Y cuando se acoplen Nachbar y
Papanikolau, no a muy tardar. Pero este Barça estará en todos los encuentros
vitales de la temporada. Luchará por todo también.
Destacan en
estas dos primeras jornadas los ya anunciados equipo serios Herbalife y Unicaja
y los muy sorprendentes CB Canarias y Manresa, todos con dos victorias como los
grandes. Destacan, pero por lo malo las dos derrotas de dos de los equipos
vascos (Caja Laboral y Bilbao) y las de Joventut. La Penya es un equipo por
hacer este año y lo malo es que se ha puesto ahora manos a la obra. Se confía
en el trabajo, siempre eficiente de Maldonado, pero no se confía este año en
buena clasificación. Lejos quedan los tiempos buenos de este club histórico que
ha decidido este año vender cantera (Homs se marcha sin opción de compra al
Natura Mombus) y que decidió el anterior curso desprenderse también de Jelinek
y Franch. Quizá no es la mejor decisión pero ellos habrán hecho sus cuentas.