miércoles, 24 de febrero de 2016

Laso y un vistazo atrás

Me imagino que saldrán ahora algunos críticos a Pablo Laso porque en estas cosas nunca llueve a gusto de todos. Que si el técnico vitoriano ganó cinco títulos el año pasado, pues no vale, no es suficiente. Que si Laso ha ganado desde que está en el equipo, mínimo un título por año (Copa 2012, Liga 2013, Copa 2014 y el repoker del año pasado) pues parece que tampoco vale.

Deben echar de menos los tiempos macabros de una sección olvidada por todos no hace ni cuatro años en tiempos del gran Ettore Messina. que en el empeño de instalar su estilo casi tira por el desagüe tiempos de bonanza en el baloncesto madridista. Un deporte que empezaba a resurgir cuando el italiano llegó y que casi se entierra con el transalpino en el banquillo. Quede dicho que es uno de los mejores técnicos de Europa, demostrado, pero que no cuajó en el equipo blanco está más claro que el agua.

 Una sección con título de Liga en 2000 con Scariolo en el banco, un peregrinar por el desierto de 2001 a 2004, pasando por una canasta milagrosa de Herreros en aquel inolvidable partido en Vitoria en junio de 2005. Otra bajada a los infiernos y un resurgir en forma de doblete con Joan Plaza en 2007 (Liga y Uleb Cup). Hasta que llegó Messina y ahí pudo acabarse todo. Una aparición en la Final Four 18 años después (2011) con su segundo, ese italiano malhumorado y olvidable llamado Lele Molin. Fue un espejismo. Pero Laso acudió al rescate. La historia tiene memoria siempre porque permanece todo en los libros, es irrefutable. Y en estos cuatro años el baloncesto madridista es otro, igual al de aquellos maravillosos 60, 70 y 80.

Y ahora queda lo peor, que para el Madrid es defender título en Liga y Euroliga. Cuartos en el torneo casero y compitiendo en un terrible Top 16. pero ¿quién descarta a este Madrid, aunque tenga una posición no idónea antes de los play off?. El resurgir de este equipo, de esta sección, pasa por el carácter que ha impulsado Laso, en el juego atrevido, desafiante que propone el vasco. Es un entrenador con reacción desde el banco, con ímpetu. Adecuado para este proyecto. Respetando todas las opiniones y respetando a los críticos, pero ser crítico con el vencedor siempre es desaconsejable. Por el mero hecho de que, eso, las victorias, los logros, son lo que dan sentido a una trayectoria deportiva. Lo demás, farsa.