miércoles, 1 de diciembre de 2010

Las dos caras de un genio

Da gusto disfrutar como periodista y espectador de un jugador como Milos Teodosic. Ese genio llamado a ser una estrella del basket europeo deslumbra en el Olympiakos y en la selección serbia y aunque el otro día ante el Madrid, en Euroliga, no lo hiciera tanto, sí que es verdad que deduces en él un futuro dominador, un futuro prototipo de lo que fueron en su momento Drazen Petrovic y Toni Kukoc.
Descubres la verdadera magnitud del baloncesto en cada bote del balón, en cada acción sublime que realiza. Quizá esté todavía, es muy pronto, dos escalones por debajo de aquellos dos, pero sí que se atisba ese descaro propio de un jugador balcánico. Un tipo que nos clavó aquel triple en los cuartos de final del pasado Mundobasket y que hundió a España en la lucha por el quinto puesto.
Pero como casi todos los grandes, Teodosic tiene dos caras. Lo peligroso es que la peor de ellas casi eclipsa a la mejor. Quizá él no se dé cuenta, lo dudo, pero alguien, ahora que hay tiempo, tendría que decirle que no va por el buen camino. La estrella en el campo se transforma en un macarra de barrio marginal cuando entra en la zona mixta, cuando entra en contacto con ese gremio tan odiado por algunas estrellas que es el periodismo. Cuando tiene que hablar, se escabulle en una mala educación impropia de un jugador de alto nivel, dueño de muchos seños cumplidos, y poseedor de una cantidad de dinero insultante, por la que debería rendirse a lo que demandan los periodistas.
El otro día en los vestuarios de la Caja Mágica asistí a una escena grotesca protagonizada por este chaval. El compañero que se encarga de hacer las entrevistas para la Euroliga le pidió con una cortesía desbordante unas palabras y a Teodosic sólo le faltó tirarle el móvil a la cara. El serbio dijo que no hablaba y que no le molestara más, haciendo gestos que denotaban una soberbia tremenda. No es que sea nuevo este tema, pero ya empezamos a estar hartos.
Y lo digo simplemente por el hecho de que mientras él bota el balón, dribla, encesta, es decir, hace su trabajo, un periodista no se mete en la cancha, le quita el balón y se lo lleva. Si él hace su trabajo, nosotros hacemos el nuestro. O sea que, por favor, un poco más de seriedad. Si la Euroliga organiza el torneo, los periodistas la siguen y con ese seguimiento él es más estrella, por favor que atienda a los medios pero, sobre todo, que atienda a LA EUROLIGA.
Luego Teodosic sí se paró para hablar con algún conocido y sí se paró para mirar por encima del hombro a todos los periodistas españoles que allí estábamos. Como celebrando en nuestra cara, todavía, el triple que nos hundió en el Mundial. Será maleducado. Menos mal que no es mi amigo, ni mi conocido, vamos, que ni me toca lo más mínimo porque con este tipo de personas, mejor tener la relación artificial periodista-jugador. Yo no quiero más con este tipo de gente.

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