Tras
estar muerto y sin poder de reacción, Xavi Pascual tiró de pizarra. Ensalzó a
su equipo, convenció a sus jugadores que en ese cuarto partido de la final,
agónico, se podía hacer la machada. En definitiva no era tanto. Era ganar un
partido, es cierto que en territorio rival, pero en el fondo era ganar. Siempre
es de lo que se trata, pero esta vez todo era distinto, la victoria iba a tener
una reacción impresionante en sus jugadores. La victoria el pasado miércoles en
el Palacio de los Deportes significaba volver a Barcelona y eso, cuando estás
en el fondo sin ver la luz, es mucho.
Diseccionó
a su rival, desmenuzó en 48 horas, las que fueron del desastre del tercer
partido hasta la victoria del cuarto, las claves que tenía enfrente y buscó las
posibles vías para vencer al Madrid. Este año el equipo blanco le había ganado
cuatro partidos antes de ese miércoles de la semana pasada. Algo tenía que
cambiar. A través de una zona de ajustes, con predominancia del box and one frente a Carroll, el Barça
sorprendió y dejó al Madrid sin correr tanto como le gusta. La clave para
vencer.
Y
eso que, según algunos, no tenía virtudes Pascual para ganar esto, que no valía
para gestionar egos en el vestuario, que le venía grande este equipo. El técnico
azulgrana demostró en la peor situación saber llevar a un vestuario. Por
supuesto con ayuda de unos jugadores superlativos que han demostrado, algunos
más que otros, que fuera de calidad o aptitudes han tenido actitud para
levantar esto.
Cuando
el Barcelona logró ganar el cuarto partido y volver a Barcelona, algo te dice
que es muy poco probable que pierda el decisivo en su territorio. Puede pasar
(el Madrid lo consiguió en 2000 y 2005 y el mismo Barcelona en 1997) pero es
menos probable que lo que pasó realmente. Que el local se hiciera con el
título. Ahí fue cuando Pascual volvió a respirar, alabó al Madrid como gran
deportista y ensalzó las virtudes de su equipo. “Hemos ganado al mejor rival y
en la final más difícil de los últimos tiempos”.
Y
se encuentra Pascual, discutido, con problemas para su continuidad y con
diversos nombres sobrevolando sobre su cabeza. Sustitutos que llegarán o no
llegarán. Mientras, él hace de tripas corazón tragando saliva para no contestar
a aquellos que siempre tienen la misma coletilla en la boca. “Es que hay que
ver a Pascual entrenar a otro equipo”. Pues Obradovic, Messina, Ivkovic, Phil
Jackson, Pianiggiani y un largo etc no han entrenado nunca a equipos menores y
se han labrado una aureola de grandes entrenadores. A mí me parece que Pascual
forma parte de ese grupo. Él, de todos modos, tranquilo y sacando currículo.
Cuatro años en el banquillo azulgrana, cuatro finales ACB, dos Ligas, tres
presencias en Final Tour, una Euroliga, dos Copas del Rey, otra final aparte.
Pero nada, es que Xavi Pascual no vale para entrenar al Barça….