Esperó su momento, en un show televisivo de máxima audiencia, para dar su veredicto definitivo. Lebron James ha elegido Florida, ha elegido Miami Heat para jugar al lado de Wade y de Bosh el año que viene y, de paso, convertir al equipo de Pat Riley, en candidato al título de la NBA.
Pero son varias las consideraciones a las que debemos someter este tema. Primero, que no se crea Miami que va a ser pan comido. Están los Lakers, también reforzados el año que viene (que gran base es Steve Blake) y están varios candidatos a la espera de que lo de los Heat no sea sencillo.
Segundo tema. Hay que recordar que Miami tiene el riesgo de cometer los errores de los propios Cavaliers y de aquellos Lakers que juntaron a Kobe, Payton, Malone y O'Neal. No fueron campeones ninguno de ellos y Cleveland ha fracasado con un superequipo las dos últimas temporadas. Tres jugadores de un estilo parecido jugando a ser buenísimos y que todos tengan protagonismo va a ser muy complicado para la franquicia.
Tercer tema. Lebron no ha demostrado hacer a un equipo campeón. Vamos que no es el "rey", que no es Michael Jordan, ni Larry Bird, ni Magic Johnson. Que no cometan el error burdo de confundirlos como ya están haciendo. Lebron es un jugador de mercado, buenísimo, de espectáculo, mediático, pero muy lejano a aquellos que dominaban la NBA en los 80 y a principios de los 90.
James ayudará a que Miami, sin duda, llegue lejos, quizá a la final de Conferencia Este en 2011 pero es muy complicado que esos egos cuajen en un vestuario unido. Vamos, es casi imposible y se ha visto en los últimos tiempos.
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