Está
todavía la selección española en el torneo. Está viva, coleando, haciendo que
los partidos sean sufridos pero, por el momento, con más aciertos que errores,
que hacen que el grupo de Scariolo, a pesar de las dudas, se encuentre en las
semifinales de un gran torneo, algo que ha hecho siete veces en los últimas
ocho citas.
Para
la tercera semifinal olímpica de la historia de España (Los Ángeles y Pekín
fueron las anteriores y allí siempre hubo final) los nuestros se enfrentarán
mañana con la Rusia de David Blatt, que hace cinco días nos ganó un partido
contra pronóstico. Es, pues, el momento de la venganza, de hacer bien las cosas
y de presentarnos el domingo ante, casi seguro, EEUU y de lucharles el oro a
los americanos, algo muy complicado, casi milagroso, pero que debe estar en los
planes.
Ante
Francia la selección siguió con su juego a tirones. Buen comienzo, mala
continuación, peligroso arranque del segundo cuarto, casi mortal porque Francia
cogió la mayor diferencia del partido (26-35). Se pudo enjugar hasta los tres
abajo del descanso. Pero seguían las dudas, nos sigue sin entrar el tiro
exterior con una habitualidad que debe hacerse exigible. No encontramos la
buena relación en la cancha titulares-suplentes y falta chispa en algunas fases
del encuentro.
En
el desconcierto español, Parker anotó un triple a siete minutos del final que
ponía cuatro arriba a los franceses. Es cuando esta España se sintió fuerte,
alarmada por una eliminación muy prematura, que sería tildada de fracaso sin el
menor atisbo de dudas. Llull y San Emeterio arrancaron de cuajo de sus asientos
a todos los españoles en el pabellón con dos canastas salvadoras. Con el 58-57
a favor nuestro estuvimos cuatro minutos largos de partido. Como si a los dos
les asustara anotar, como si no hubiese aro. Valía con mantener las opciones
hasta el final. Francia navega muy bien en esas aguas, pero España estaba en
peligro de hundirse. Rudy y Marc salieron al rescate. El mallorquín cos dos
tiros libres, el menor de los Gasol con un rebote tremendo y un canastón que
sentenciaba. Se había sufrido, pero se había ganado.
España
se mantiene y ya está entre las cuatro mejores selecciones del torneo. Es, sin
duda la mejor europea y la segunda, tras EEUU, pero esto no vale. Hay que ganar
a Rusia el partido que te eleva a los dos lugares más altos del podio. Francia,
por el contrario, torció de nuevo el gesto. En el partido impuso su físico y
casi nos da un disgusto. Impuso una zona desde el principio que le hizo muy
complicado el partido a España. Pero impuso también la mala educación y el
comportamiento impresentable de Gelabale y de Batum con dos faltas
antideportivas brutales. Al de Pórtland, en zona mixta, se le fue la cabeza y
dijo que “había golpeado a Navarro para que se desplomara, por una vez, con
razón”. Luego pidió perdón en twitter. Le honra una cosa, le condena la otra.
Con
la sensación del trabajo bien hecho (Scariolo llegó a decir que el último
cuarto fue una obra maestra defensiva) se planta España en los dos partidos
decisivos. El primero te traerá medalla segura si lo ganas y, si lo pierdes, el
segundo te traerá la forma de redimirte. EEUU será oro a no ser que a Argentina
le dé por protagonizar la sorpresa de la década, algo que ya hicieron en el
Mundial de España, en el de Indianápolis y en los Juegos de Atenas. En Grecia, la
mitad de estos jugadores albicelestes ya saborearon el oro olímpico. Pero esta
vez es tan complicado… Ayer los americanos pasaron por encima de Australia
(119-86). Argentina había derrotado a una decepcionante Brasil un poquito antes
y nuestra rival mañana había despachado con comodidad a su vecina Lituania.
Están en semifinales las que muchos dijeron. Falta Francia que en esto del
basket, todavía no ha dado el salto definitivo.
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