jueves, 4 de junio de 2009

La segunda oportunidad


La madrugada del pasado sábado en España era feliz para Gasol. Los Lakers tumbaban a unos correosos Nuggets en el sexto partido de una dura final del Oeste. Pocas horas después la alegría, aunque la procesión vaya por dentro, era un poco mayor. Los rivales en la final de la NBA no iban a ser los temidos Cavaliers de Lebron. Orlando había dado la gran sorpresa y había doblegado al mejor equipo del año también en seis partidos.
Claro que en el seno de los angelinos todo es cautela a pesar de que se vea con mucho optimismo la final que les enfrentará a los Magic desde esta madrugada (3.00 h, Canal Plus). Los pronósticos entre los expertos en Los Angeles se han disparado a favor de los Lakers y casi nadie se atreve a apostar por un triunfo de los Magic en esta serie final. Será la sexta final de los amarillos en diez años, de las que Phil Jackson ha dirigido todas, ganando tres títulos y perdiendo dos, antes de afrontar este reto. Además el mister, ex jugador de los Knicks (con los que también consiguió el campeonato de 1973) tiene seis anillos en Chicago. Es decir, el auténtico maestro entre los entrenadores actuales.
Un año después de perder la final con los Celtics en seis partidos, Jackson ha concienciado a sus jugadores sobre la necesidad absoluta de ganar este anillo. Para ello ha echado mano de toda una gama de curiosidades que casi se convierten en excentricidad, como la de cambiar el lugar habitual de entrenamiento, el Toyota Center, por el Staples, con lo cual los Lakers entrenarán en el mismo lugar de los partidos, algo insólito en las últimas cinco temporadas.
Jackson quiere también que la concentración de los jugadores permanezca intacta y ha decidido ordenarles apagar los teléfonos móviles durante las dos semanas que durará aproximadamente la final. Todo con tal de salir campeones cueste lo que cueste, tras siete años sin conseguirlo. La última vez, en 2002, los Lakers ganaron por la vía rápida a los Nets. Peor suerte corrieron en los años posteriores, cuando un ciclo parecía acabarse con los últimos años de Shaquille O’Neal en el equipo. Ese conjunto perdió la final de 2004, O’Neal y Jackson se marcharon, los Lakers no se clasificaron a los play off de 2005 y el entrenador volvió tras plasmar en un libro, The last season, su experiencia entrenando a egos tan enfrentados como Bryant y el propio O’Neal. Tras dos años eliminados en primera ronda, el equipo fichó a Gasol y volvió a la final, ante los Celtics, el año pasado, con el resultado en contra de nuevo.
Está concienciado el equipo de que este año debe ser el de un nuevo anillo. Sólo Josh Powell, Shannon Brown (que jugó la final de 2007 con los Cavs cediendo ante los Spurs) y el rookie Adam Morrison son nuevos desde el año pasado. Es decir, el grueso del equipo se ha quedado para desquitarse de la derrota del año pasado. Aunque es cierto que en la mayoría de partidos Bryant, Gasol, Odom y, en menor medida Ariza, han sacado las castañas del fuego a los angelinos, algo que ha hecho afirmar a varios entrenadores que ejercen de comentaristas, que este equipo depende demasiado de ese triángulo para anotar y ganar. Sin ir más lejos, en el último partido, ante Denver, Bryant anotó 35 puntos, Gasol y Odom 20 cada uno y apareció Ariza con 17 tantos. 92 puntos para un total de 119. Quizá demasiada poca aportación del resto.
Stan Van Gundy, entrenador de los Magic, debe tomar nota y hacer que su equipo juegue como lo ha hecho en toda la temporada y en la serie de play-offs. Orlando ha hecho un bloque dominado por Dwight Howard, pero con una aportación buenísima de Tyron Lue (campeón con Lakers en 2000 y 2001), Rafer Alston, Turkoglu y Rashard Lewis. De ellos depende que Orlando de un golpe de mano en alguno de los partidos en Los Angeles (esta madrugada y el domingo) para llegar a Florida con opciones de ganar el torneo o, al menos, de alargar la final lo máximo posible. A última hora de la noche de ayer, esa era la sensación que tenía Van Gundy en la rueda de prensa. “Podemos ganar, no vamos a conformarnos, pero el objetivo es alargar la final. Porque vencer a este monstruo de equipo es hablar de palabras mayores”.
Quizá sea una táctica o quizá sea que va de víctima real ante la segunda final en la historia de este equipo creado en 1990. La primera, allá por 1995, vio a dos jugadores todavía promesas y futuras realidades, vérselas con los Rockets de los últimos años de Olayuwon. Shaquille O’Neal y Anfernee Hardaway andaban por allí pero notaron la inexperiencia del novato y cayeron 4-0. Luego, con peor o mejor suerte, hicieron carrera en la NBA. Para estas series O’Neal comentará para una televisión americana las peripecias de dos de sus equipos en los quince años que lleva en la NBA.
Lo cierto es que ya se pone fecha al cetro de los Lakers (sobre el quinto o sexto partido, dicen algunos) pero la final habrá de disputarse porque las sorpresas, aunque complicadas, nunca pueden descartarse en la NBA. Mientras, Gasol espera su segunda oportunidad. No es hombre paciente y tiene hambre de triunfos. Para toda España es un orgullo porque tendremos un campeón patrio. Este año está más cerca que nunca.

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