viernes, 25 de marzo de 2011

El Power recobra la vida

Los valencianos ganan en Madrid gracias a un magnífico Omar Cook, autor de 20 puntos / Insuficientes 18 de Llull en un Madrid que no supo controlar el partido / El martes y el jueves, la serie puede decidirse en La Fonteta

REAL MADRID 75 - 81 POWER VALENCIA

El martes fue el día de Mirotic. Ayer, el de Omar Cook. Un base silencioso, que no hace ruido, que está sin parecerlo y que ayer anotó 20 puntos, incluidos cinco de cinco en tiros de tres, para dejar muy tocado al Real Madrid y llevar la eliminatoria a Valencia, donde la semana que viene este duelo puede decidirse.

Intentará el Madrid que no, que al menos pueda volver a la Caja Mágica el 7 de abril. O que sí, ganando los dos partidos en la Fonteta, algo muy complicado en estas eliminatorias tan igualadas. Ya nos parecía algo complicado ganar los dos encuentros de casa, como para ganar un par consecutivos lejos de tu entorno. No es lo normal. De hecho, las cuatro eliminatorias están empate a uno.

El de ayer en feudo madridista fue otro de esos partidos tremendos, como el del otro día. Ganado por seis puntos por uno de los equipos, como el otro día. Dotado de intensidad, defensa, tirones contínuos en el marcador, como el del martes. Pero ayer la moneda salió cara para el Power porque aprendió de los errores. Cerró el rebote y estuvo más inspirado. Ayer el trío Cook-Richardson-Savanovic fue autor de 50 puntos de los 81 del equipo. Ayer la defensa ahogó al Madrid, sobre todo en un gran tercer cuarto.

Y por parte del Madrid, qué extraño, todo lo contrario. Incidió en errores del pasado y perdió el primer partido en casa donde había algo en juego. El de Siena fue derrota pero sin nada en juego aunque, paradójicamente, tras él, se desatara en el Madrid la mayor tormenta de los últimos años y, quién sabe, quizá el principio del fin. Porque esta sección necesita Final Four. Lo que no parece probable es que Emanuelle Molin esté capacitado para llegar a ella con sus méritos. Quizá el Madrid llegue en un proceso auténtico de autogestión de los jugadores. Y si no, al tiempo.

Pero para ello los blancos deben rascar una victoria en Valencia, algo que no parecía probable el martes porque el Power pareció quedar tocado. Pero lejos de eso, los de Pesic salieron con la mentalidad que les otorga un técnico capaz, sensato, veterano. Qué diferencia si miras los dos banquillos, ahora. Porque evidentemente hace tres semanas hubiera sido distinto.

Sabía Pesic que las bajas de Claver y Augustine cierran muchas puertas, pero ayer se abrieron para los levantinos, solventando ese problema con defensa y con capacidad de sacrificio. Si tienes un problema intenta solventarlo con otras virtudes. El Power las tiene y, si están acertados, son un equipo temible. Cuidado, todavía peor que su rival, pero es que en baloncesto igualas los partidos si te lo propones.

Y el Madrid tendrá que rehacerse rápido. No ayuda en nada tener mañana un partido de ACB, porque seguramente los jugadores estarán deseando que llegue el martes. Si pudieran aplazar ese patido casero (mañana, 18.00 h ante Gran Canaria) lo harían. Falló ayer concentración en momentos clave. El Madrid jugó para ponerse once arriba a siete minutos del final del tercer cuarto (44-35). El Power se puso por delante en dos minutos con un monstruoso parcial de 0-11. Faltó en el Madrid determinación en algunos jugadores. Desesperante Velickovic sin ver aro, Tomic en la versión blanda, Mirotic, aceptable pero sin llegar a los límites del martes. Sólo Llull, autor de unos insuficientes 18 puntos. Pero quizá en Valencia sea referencia.

Como lo deberían ser los demás que ayer no parecieron estar. Prigioni, sólo algunos minutos, dominando el partido, con lo que es más frustrante para su equipo que no domine más, que no se haga dueño del partido durante gran parte de los minutos. Como se debería notar Molin más en los minutos decisivos donde el técnico sólo pide calma pero no aporta ninguna acción que se note de su cosecha, que tenga algún elemento táctico reconocible. Lo que digo, serán los jugadores los que se conjuren. Si es que, al final, se consigue el objetivo, algo básico para que este año sea algo, y no otro desastre.

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