martes, 18 de mayo de 2010

Finales de Conferencia en la NBA

Antonio Gil, redactor de la revista Gigantes, nos ofrece desde Nueva York su visión sobre las dos finales de Conferencia en la NBA. Orlando-Boston, por un lado y Lakers-Suns por otro. El espectáculo está servido

FIRMA INVITADA

ANTONIO GIL

La cuenta atrás empieza a cobrar cada vez más forma. Cuatro equipos, dos Finales de Conferencia y sólo uno de ellos acabará llevándose el título en una temporada con más de una sorpresa. Lakers, Suns, Celtics y Magic pugnan por colarse en las Finales de la NBA y en New York se ve… con la gorra de los Yankees puesta, haciendo un seguimiento casi enfermizo a LeBron para ver si acaba con sus huesos en la Gran Manzana y deseando que el tiempo se estabilice de una vez por todas y llegue el verano definitivamente. Duro, pero así es. El baseball manda en NYC y los Yankees, e incluso los Mets, tienen mucho más tirón que Kobe, el ‘Big Three’, Nash o ‘Superman’. Los fans del deporte le vuelven, no sin motivos debido al devenir de los Knicks, la espalda al baloncesto… a no ser que vaya acompañado de la cerveza o el refresco de grifo de turno y un hot dog, una hamburguesa o unas buenas alitas de pollo. Veremos si las cosas cambian de cara a 2011.

En lo que a este que escribe respecta, las Finales de Conferencia de la NBA se viven con unos intereses personales más fuertes que cualquier otra cosa. Una vez que LeBron ya ni pincha ni corta, cualquier ápice de fanatismo ha dejado paso al sentido común y el ‘egoísmo’ de uno mismo. Mi predicción, y mi deseo, van encaminados a una Final Celtics-Lakers. El principal motivo es que, después de un partido disputado por cada uno, son los dos equipos más fuertes. El otro porqué es que si los Celtics se cuelan en las Finales me acercaría a Boston a ver alguno de los partidos. Nunca he sido muy de Kobe, pero reconozco que verle en directo es algo que me llama la atención, así como a Ron Ron. Y además estaríamos hablando de mi primera presencia en una Finales, que nunca está de más para luego poder contar a los nietos una de esas experiencias convertidas en batallitas con los años. Boston está a tiro de piedra de NYC y la tentación sería demasiado fuerte como para ignorarla.

En lo puramente deportivo tengo que rendirme ante varias evidencias. La primera es que voy camino de rendirme nuevamente ante el poderío de un Pau Gasol al que en más de una, de dos y de dos docenas de veces he criticado por su dejadez. Tengo ya una mano agarrando el sombrero para quitármelo y comerme mis palabras. La segunda es que Rondo no parece tener mayores problemas en comerse con patatas a Nelson (¡eso por incordiar a Skip To My Lou en las Finales del año pasado!) y dominar una serie en la que Ray Allen se va a poner fino a meter puntos. La tercera es que Orlando parece estar demasiado perdido si Howard no carbura del todo (Tener a Sheed revoloteando a tu alrededor y haciendo gala de su juego sucio no tiene que ser muy agradable). Y la cuarta es que Phoenix no tiene mucho que ofrecer a no ser que Nash y Amare se salgan noche tras noche. Ahora veremos si no tengo que tragarme mis argumentos y cambiar el discurso, después de una autocolleja, en los próximos días.

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