martes, 15 de junio de 2010

El Caja Laboral culmina su hazaña

Se acabó la ACB quizá cuando nadie esperaba que acabase. Cuando se esperaba una reacción del mejor equipo de Europa, cuando el Barça quería llegar al cuarto, meter presión al Caja Laboral, ahogar al equipo baskonista en su eterno miedo a ganar. Pero no lo consiguió el bloque de Pascual y la final de la ACB se acabó con un campeón justísimo que ha hecho una serie para enmarcar.
Que conste que el encuentro no debió tener prórroga porque el lanzamiento de Eliyahu al borde de la bocina fue taponado ilegalmente por Morris porque el balón bajaba claramente. Pero los árbitros se tragaron el pito y el Barça forzó una situación desesperada. Tuvo el encuentro perdido (66-61) a 50 segundos y acabó forzando el tiempo extra. Luego lo tuvo ganado (70-75) a 1.12 para el final, pero no aguantó al presión. En ese minuto final, Teletovic anotó un triple que acercaba a dos a su equipo. Tras dos lanzamientos libres de Navarro convertidos el equipo baskonista anota un sólo tiro libre y el Barça juega con tres arriba y 40 segundos, pero pierde la pelota cuando justo quedaban 24 segundos por jugar.
Pascual ordena defender pero Teletovic encuentra un pasillo a nueve segundos para poner toda la emoción al choque. 76-77. Tras la falta local a Basile, el italiano tiembla en el segundo y el conjunto de Ivanovic juega para empatar.... en principio, porque la penetración de San Emeterio a cinco décimas del final encuentra su premio más uno adicional, el de la falta de Morris que salta débilmente sobre el alero. Nunca una final, al menos que yo recuerde, tuvo un desenlace más agónico. Un tiro libre que decidía un título y San Emeterio no falló.
Antes de la prórroga y de la tensión final al Barça le faltó ambición, esa que le ha sobrado en la temporada. Salió timorato y casi siempre fue a remolque concediendo ventajas de hasta nueve puntos (37-28). El dominio fue para el Caja Laboral como lo ha sido en toda esta sorprendente, que no injusta, serie final. El grupo de Ivanovic se ha creido más que su rival poder ganar, quizá porque sólo le valía eso. Créerselo. Nada le hacía más fuerte que el Barça y no tenía casi argumentos para competir con el gran equipo culé pero lo ha conseguido a base de casta.
De casta y de una gran defensa ordenada por el técnico. Los bloqueos y continuación no han existido en el Barça. Siempre había un hombre del equipo vasco con su par. No han existido las ayudas en el juego culé, sensacionales todo el año, inexistentes en la final. Pero yo iría más lejos. No han existido ni Navarro ni Ricky. Y eso es mucho decir. No han estado (no vale que Navarro anote 18 puntos hoy, no ha estado fino en otras facetas), no ha existido juego de grupo, da la sensación de que a Ricky (extraño sí, pero ha dado la sensación) le ha venido grande esta final.
Mérito enorme el del Caja Laboral que ha condecorado a Splitter como el MVP de la final, el primero después de Sabonis en 1994 que repite galardón individual en la temporada y en la fase final. Pero esta serie ha servido para ver a Huertas, a San Emeterio (que se ha ganado, quizá, un hueco en la lista de Scariolo), a Eliyahu (16 puntos hoy con 7/10 en tiros). Se ha visto a un bloque y a un entrenador, Ivanovic. Su homólogo en el Barça, Xavi Pascual, ha intentado dar soluciones pero no ha podido encontrarlas en casi ningún momento, aunque le han fallado sus estrellas. No es excusa pero este Barça se ha parecido poco al de todo el año.
Y muchos dirán, ahora, que habría que ver a Pascual en otro equipo. pero eso es relativo también. Messina, Ivanovic, Maljkovic, Lolo Sainz, Diaz Miguel, Ferrándiz, Dan Peterson, Aito y un largo etcétera tuvieron siempre grandes equipos y no se movieron. Por eso han pasado a la historia. Tras esta temporada Pascual también tendrá un hueco en la memoria de los aficionados. Tan sólo sea porque ha ganado la segunda Euroliga del club. Tan sólo por eso, no puede ser tildada de fracaso esta campaña. Este es un juego en el que se gana y se pierde. A Xavi le ha tocado perder, pero ha demostrado que sabe ganar como nadie.

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